Aunque el accidente nuclear de Chernobil ocurrió ya hace varias décadas, en 1986, Ucanía, sus efectos siguen siendo palpables hoy en día. Los alimentos que consume la población ucraina y Bielorrusa siguen estando contaminados por radiación.
El gobierno Ucraino decidió dar por concluidas, hace dos años, sus investigaciones para determinar la presencia de radiactividad en los alimentos producidos en la zona. Ahora Greenpeace ha realizado sus propias investigaciones con resultados desalentadores.
Se realizaron pruebas sobre alimentos producidos en diversas zonas de Ucrania y los resultados detectaron la presencia del isótopo radiactivo cesio-137 en casi el 90% de las muestras de leche, bayas y setas.
Un accidente de esta magnitud, por lo tanto, deja consecuencias difíciles de borrar a lo largo de décadas. Quizá este también sea el destino de la zona de exclusión de Fukushima. Esperemos que no.
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